viernes, 8 de abril de 2011

El stress disminuye la probabilidad de embarazo


Con más y más frecuencia escuchamos casos de parejas que no logran embarazarse por más que "hacen la tarea". Tratan una y otra vez, y nada. A las tensiones laborales, económicas y sociales de la vida cotidiana, se añaden las presiones familiares y emocionales, pues un sentimiento de fracaso y culpa se apodera de la relación. Incluso, algunos prefieren alejarse paulatinamente de su círculo familiar para evitar ser atormentados con preguntas como "¿Y ustedes para cuándo?" o "¿Ya hicieron su carta a la cigüeña?". Hay parejas que no soportan una situación así; en muchos casos responsabilizan al otro del problema y se hacen daño irremediablemente. Sin embargo, hay un alto porcentaje de parejas que, después de gastar fortunas en tratamientos, terminan por asumirlo y entender que su vida como matrimonio será distinta a la que proyectaban. Curiosamente (los anecdotarios médicos están llenos de estos casos) cuando más relajada y adaptada a su condición está una pareja supuestamente infértil, se logra un embarazo en el momento menos pensado.

Hasta hace algunos años, la explicación de este "milagro" se atribuía a muchos factores emocionales y hasta divinos, pero hoy se afirma, y cada vez con un porcentaje de casos más alto, que el estrés es la causa del 30% de los casos de infertilidad, cifra nada despreciable.



Estrés reproductivo

Un estudio realizado por la Universidad de Berkley, y publicado por la revista Science Daily, ha mostrado la manera en que el estrés puede afectar la fertilidad: cuando nos encontramos bajo mucha tensión y angustia, el cuerpo libera una serie de hormonas conocidas como glucocorticoides (incluyendo el cortisol), cuya función -entre otras- es mantenernos alerta y preparados para afrontar el peligro (huir, correr, defenderse) y salvar la vida. Sin embargo, los glucocorticoides también inhiben la acción de las hormonas reproductivas, particularmente de la GnRH, encargada de detonar y regular todas las funciones sexuales.Con más y más frecuencia escuchamos casos de parejas que no logran embarazarse por más que "hacen la tarea". Tratan una y otra vez, y nada. A las tensiones laborales, económicas y sociales de la vida cotidiana, se añaden las presiones familiares y emocionales, pues un sentimiento de fracaso y culpa se apodera de la relación. Incluso, algunos prefieren alejarse paulatinamente de su círculo familiar para evitar ser atormentados con preguntas como "¿Y ustedes para cuándo?" o "¿Ya hicieron su carta a la cigüeña?".

Hay parejas que no soportan una situación así; en muchos casos responsabilizan al otro del problema y se hacen daño irremediablemente. Sin embargo, hay un alto porcentaje de parejas que, después de gastar fortunas en tratamientos, terminan por asumirlo y entender que su vida como matrimonio será distinta a la que proyectaban. Curiosamente (los anecdotarios médicos están llenos de estos casos) cuando más relajada y adaptada a su condición está una pareja supuestamente infértil, se logra un embarazo en el momento menos pensado.

Hasta hace algunos años, la explicación de este "milagro" se atribuía a muchos factores emocionales y hasta divinos, pero hoy se afirma, y cada vez con un porcentaje de casos más alto, que el estrés es la causa del 30% de los casos de infertilidad, cifra nada despreciable.